sábado, 29 de junio de 2013

"Aprendiendo a vivir con un niño con Déficit Atencional" (TDA)


Lo primero es destacar el hecho que los padres experimentan con frecuencia enojo y frustración, porque les parece sorprendente, inaceptable, llamativo, irreal que a éstos chicos se les olvide lo obvio, como llevar a la escuela la tarea que pasaron haciendo todo el fin de semana, y más aún, ¿cómo es posible que la olviden si la puso a la par del bulto?, pero sí eso pasa, a ellos se les olvida, cometen errores por descuido o impulsividad, o por que se distrajeron con el estimulo más sencillo, frente a esto se desata el enojo, que puede llegar a tener características de descalificación, castigos desproporcionados, uso de vocabulario hiriente, entre otros. Es esto normal, no me atrevería a afirmar eso, pero sí es comprensible, por el simple hecho de que estos niños demandan mucha atención y supervisión, frente a esto los padres se agotan, llegan a perder las expectativas, así que no deben sentirse culpables, si fallan en estrategias de manejo, por que la culpa es mala consejera, lo que puede llevarlos a desarrollar límites confusos, siendo unas veces muy estrictos y otras muy permisivos o “alcahuetas”.


 Lo importante es entender que no es nada raro que se pierda el control, pero no hay que quedarse ahí, lo que se debe es aprender a manejar la situación, lo que implica analizar, en que conductas, momentos, bajo que estímulos, o en que situaciones, el chico se muestra más disperso, esto para delimitar adecuadamente el problema y establecer patrones correctivos, reales, de sencillo manejo, y resolviendo un problema a la vez, es decir, creando hábitos uno a uno, evitando dar por sentado lo que el niño debe o puede hacer.

 En segundo término es la sensación de autoculpabilización, los padres llegan a pensar “en que hemos fallado”, ¡cuidado!, el déficit de atención, es una condición propia del chico, no es la resultante de un buen o un mal trabajo de los padres, lo que sí es cierto, es que cuando el niño tiene padres que son coherentes, consistentes y constantes en cuanto a reglas, horarios, rutinas, los niños tiene mayor probabilidad de desarrollar un mejor ajuste. Así que culparse no resuelve nada, lo que se debe analizar es cómo se están manejando las cosas, si hay choques de autoridad, si se es claro, corto y preciso con ellos, si hay un común acuerdo en ambos  padres en lo que respecta a lo permitido, no permitido y negociable, todo esto para establecer áreas de cambio y ajuste. Recordemos que los padres no se deben exigir saberlo todo, para ello es importante leer, asesorarse con los docentes, buscar orientación en un profesional en psicología, hablar con otros padres en situaciones similares, en suma centrarse en las soluciones, no en los fallos eso es lo importante acá.


 Por último, es importante caer en la cuenta, que con cierta regularidad los padres están atentos a lo que no funciona en los hijos con déficit de atención, pero quizá si se detienen un momento, puedan darse cuenta que en lo que fallan es en aquello que implica orden, seguimiento de instrucciones, organización, planificación, atención, entre otras áreas, pero al lado de esto están las conductas de solidaridad, expresión de afecto, jocosidad, colaboración, entusiasmo, energía, entre un sin fin más que pueden convertirse en factores de cambio si se llegan a estimular, esto hará que los niños se sientan validados, reconocidos, e importantes, lo que podría  favorecer una mejor comunicación, mayor cercanía, como ejes fundamentales para desarrollar una mayor conciencia de lo que se debe mejorar, además los padres estarán menos tensos y desarrollarán un mejor equilibrio al darse cuenta que pueden ser capaces de aplicar consecuencias positivas y negativas, toda vez que descubren lo valioso que cada hijo tiene, y lo mucho que tiene que aportar a la vida familiar.

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